RICARDO VÁZQUEZ COLLAZO. SAN CLODIO. RIBEIRO

Ricardo nació en 1950 y fue la primera persona en trabajar las fincas de Meín hace 35 años. Hoy, ya retirado, nos cuenta sus recuerdos de una vida dedicada a la viticultura en Ribeiro.

Autor: Cultura Líquida

Presentamos un nuevo podcast de La Memoria del Vino. Ricardo nació en 1950 y fue la primera persona en trabajar las fincas de Meín hace 35 años. De la zona recuerda el castillo de Valgarreiros, que está al lado de la bodega, porque era un lugar de juego y estaba todo en ruinas, la relevancia histórica de sus viñedos y los últimos monjes que habitaron el monasterio de San Clodio. Nos cuenta cómo poco a poco fueron plantando variedades locales en Meín y, sobre todo, su aprendizaje con la gente mayor de la zona.

Reproducimos un extracto de lo que podrás escuchar en el podcast.

“Echando la vista atrás, lo más duro fue hacer todo nuevo. Teníamos que hacer todo a mano. Hay que fiarse de la gente mayor que luchó mucho con los brazos para hacer viñas. Yo tenía un señor, Antonio, que era un fenómeno en el campo, y a Nito. Aprendí todo de la gente mayor”.

“ La poda es una cosa muy importante, si podas a lo loco, ni poda ni cepa. En la poda siempre fui de vara y cotón, es la que mejor resultado te da, porque si la vara te falla algo te queda la poda en el cotón. El cotón nunca falla, es una vara de seis u ocho yemas, hay cepas que a lo mejor tienen que llevar dos varas o más. Decían aquí los viejos que “una buena tijera hace una buena esterca”. Estercar es abonar porque si la planta está media media, le dejas una poda corta y la planta resucita, y si tú la dejas muy larga está fastidiada”.

 “Mi uva blanca favorita es la treixadura y en tinta el caíño y también la mencía. Todo lo que sea autóctono es bueno. Para mí todas las fincas de Viña Meín son buenas. Sobre la elaboración en bodega digo solo una cosa “buena uva en un zapato”. Eso de tantos inventos…Me gusta el refrán de esterca e non poñas marcos. De toda la vida, si tú abonas bien y el vecino abona también, no hace falta poner marcos. Los abonados son muy importantes en las viñas, hay que abonar con xeito”.

 “Como se dice por aquí, “la cepa quiere al hombre”. Yo iba todos los domingos a visitar las fincas. La cepa quiere al hombre porque siempre hay algún problema. Ahora hay bastantes problemas en la viña”. 

Recuerdo a los últimos monjes del monasterio de San Clodio, el padre Gerardo, el padre José y el padre Filón. Ellos tenían viñas, aún recuerdo la que estaba donde ahora es el aparcamiento del hotel. También tenían una por encima del monasterio, en el camino cuando subes al pueblo de Cabo, en la parte izquierda también tenían viña. Recuerdo la huerta, allí criaban muchos cerdos para Samos, porque el monasterio pertenece a Samos. Yo iba mucho a Samos, éramos niños, ayudábamos a la misa y nos daban queso. Tenían viñas para su consumo, luego empezaron a criar terneros, que también los llevaban a Samos. La antigua bodega la conocí, había una cuba de mala manera e incluso hacían allí los vinos” 

 

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